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La noche

Esta historia no es mia, pero es que los bares inspiran a muchos.

Una vez conocí una mujer que llevaba tres días sin salir de un bar. En sus ojos cansados temblaba el humo de mil cigarros que fumó con un tipo que huyó con otra. Pasaba las noches en un bar en el que los clientes son fantasmas que huyen de los repartidores de periódicos, del azul del cielo. La noche debilita los corazones. Lo aprendí en cada madrugada de vino y rosas pero también sé que la noche no es tan hermosa (antes lo dijo alguien). Cierto es que de noche admiré a esos seres mitológicos que sonríen al otro lado de la barra, esas camareras que siempre nos convirtieron en niebla, que nunca hicieron caso a nuestra mejor pose cargada de ron con cola. Es verdad que no quiero que este alcalde mojigato le eche el cierre a nuestras madrugadas y pasee a la policía por nuestros garitos. También de noche escuché las melodías de brillantes coches sin aristas. Y me duelen las derrotas de esas mujeres que se encierran tres días en un bar o en un cuarto de baño. Es verdad que amo la noche. Pero a veces prefiero los vermuts y la mojama que siempre tenemos pendiente esa mañana de domingo.
Ismael Serrano

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